
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, está que trina, calcula que el tinglado le está saliendo a la ciudad por cerca de medio millón de dólares diarios, solo en concepto de costes municipales, sin contar el servicio secreto, por ejemplo. “Esta es una situación sin precedentes, un presidente electo que vive y trabaja en el mismo sitio, lo que ya es poco frecuente para empezar, y que es en pleno centro de Manhattan, en una de las intersecciones más bulliciosas de América”, se quejaba este miércoles.
Lo más cerca que estuvo Nueva York de una situación semejante fue cuando Nelson A. Rockefeller —tercera generación de la saga— quiso ser presidente en los sesenta.
Puso el cuartel general de su campaña en el Centro Rockefeller, a pocos bloques de donde hoy está la Torre Trump, pero perdió tres veces la candidatura entre los republicanos, una contra Barry Goldwater y dos frente a Richard Nixon.
Trump ha prometido acercar el poder a la gente. Esto puede parecerse. Uno puede ser vecino del presidente por unos cuantos de los grandes. La web inmobiliaria CityRealty anuncia apartamentos en el edificio, de una habitación, por 5.250 dólares mensuales y de dos por 10.000 (forma parte de la gama alta del mercado, pero no es desorbitado en los parámetros que se manejan en Manhattan). Y ahora, además, una seguridad de nivel presidencial entra dentro del precio.
Fuente, El País
